La película La Odisea de los Giles (2019), dirigida por Sebastián Borensztein, cuenta una historia con mucho para pensar, no solo desde lo emocional o político, sino también desde la mirada de la Gestión de Proyectos. En especial, nos permite reflexionar sobre algo clave: cómo evaluar si un proyecto realmente vale la pena en términos de rentabilidad.
Vemos como un grupo de vecinos de un pueblo bonaerense decide juntar sus ahorros para reactivar una planta de silos. Buscan generar trabajo, impulsar la economía local y recuperar cierto control sobre su futuro. Lo que hacen, en definitiva, es apostar por un proyecto con una intención clara de obtener beneficios, tanto económicos como sociales.
Sin embargo, esa inversión se apoya más en la esperanza, la intuición y la urgencia que en un análisis real. No hacen un Flujo de Fondos, no estiman ingresos ni gastos, y tampoco consideran el contexto económico del país. Ese descuido les juega en contra cuando llega la Crisis del 2001 y sus consecuencias hacen estragos en los ahorros de la gente. La Rentabilidad que imaginaban, simplemente, nunca llega.
Uno de los errores principales es no tener en cuenta el horizonte de tiempo, una de las características fundamentales a la hora de analizar un proyecto. Tampoco se tiene en cuenta el Costo de Oportunidad de poner todos los recursos en un solo proyecto. Además, no analizaron los Riesgos reales ni usaron herramientas como la TIR o el VAN, que ayudan a proyectar con más claridad si el posible negocio será rentable.
Supongamos que los vecinos proyectaban invertir $100.000 en la planta de silos, esperando recuperar $30.000 por año durante cinco años. Si usamos el Valor Actual Neto (VAN) con una Tasa de Descuento del 10%, el cálculo nos permite saber si los ingresos futuros justifican la inversión. En este caso, el VAN sería positivo, lo que indicaría que el proyecto es rentable.
También podrían haber calculado la Tasa Interna de Retorno (TIR), que en este ejemplo rondaría el 23%. Esto significa que el proyecto “rinde” mucho más que otras alternativas financieras disponibles en ese momento. Sin embargo, todos estos cálculos se basan en supuestos, y si el contexto cambia, como sucedió con el corralito en 2001, los ingresos estimados no se concretan y la inversión se vuelve inviable.
Estos ejemplos muestran cómo una herramienta sencilla podría haber ayudado a visualizar distintos Escenarios. Si hubieran considerado un caso adverso (por ejemplo, que no pudieran recuperar el dinero durante dos años por una crisis), tal vez hubieran tomado decisiones distintas o buscado una forma de salvaguardar parte del capital.
Muchas veces, por entusiasmo o necesidad, uno se deja llevar por lo que cree que va a pasar y no analiza a fondo lo que podría pasar. Por eso es clave evaluar bien los escenarios posibles, estimar los costos reales y no perder de vista que lo que parece rentable en la teoría puede no serlo en la práctica.
La película deja en claro que una idea, por más noble que sea, puede fracasar si no se la analiza con responsabilidad. No alcanza con las buenas intenciones: hay que estudiar los riesgos, pensar alternativas, y proyectar con los pies en la tierra. La rentabilidad no se trata solo de números, pero tampoco puede separarse de ellos.
- Lic./Esp. Pepe, Verónica Diana. Diseño, Evaluación y Gestión de Proyectos. Resumen Unidad N°3: “Construcción de Flujos de Fondos”. Obtenido de UNTREF.
- Lic./Esp. Pepe, Verónica Diana. Diseño, Evaluación y Gestión de Proyectos. Resumen Unidad 4: “Criterios de Decisión, Inflación y Tasa de Descuento”. Obtenido de UNTREF.
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